El ojo seco es una enfermedad crónica que afecta a muchas personas, quienes en ocasiones no identifican sus síntomas o los ven como algo normal.
Esta condición se caracteriza por la producción insuficiente de lágrimas o su evaporación rápida, lo que genera molestias como aspereza, ardor, enrojecimiento, sensibilidad a la luz y visión borrosa.
La buena noticia es que existen varias alternativas para tratarlo y una de ellas es mediante modificaciones en el estilo de vida.
Es por eso que, en este artículo, la doctora María Luisa Ballí, especialista en medicina del estilo de vida, nos comparte recomendaciones para mejorar los síntomas con nuestros hábitos diarios.
Los síntomas del ojo seco pueden variar en intensidad y a menudo, pasar desapercibidos, por lo que las personas llegan a acostumbrarse sin buscar un tratamiento.
Por tal motivo, la doctora Ballí recomendó “no acostumbrarnos a sentirnos mal”.
“El ojo seco es una enfermedad crónica que puede progresar si no se controla correctamente”, agregó.
Para identificarlo y no ignorar sus síntomas, compartió las siguientes señales:
Según comentó la doctora, el mismo entorno en el que vivimos y nuestros hábitos diarios pueden agravar o mejorar los síntomas del ojo seco, por ejemplo, la contaminación y la falta de humedad influyen de manera significativa.
En este sentido, la doctora comentó que "es fundamental monitorear la humedad del ambiente en el que pasamos la mayor parte del tiempo y, si es necesario, utilizar un humidificador en casa o en la oficina".
Por otro lado, en relación a los hábitos, un aspecto esencial para la recuperación ocular es la calidad de sueño.
“Durante el sueño, nuestro cuerpo realiza procesos de reparación, lo que incluye la reducción de inflamación del ojo seco”, explicó.
Además, añadió que es crucial evitar que el aire directo de un ventilador impacte en los ojos durante el descanso, ya que esto puede agravar la sequedad ocular.
Y para aquellos que pasan largas horas frente a pantallas, la doctora recomendó la técnica 20-20-20.
"Cada 20 minutos, mira algo a 20 pasos (6 metros) de distancia durante 20 segundos. Esto permite que los ojos descansen y se lubriquen al parpadear con mayor frecuencia".
Resaltó también el uso de gafas de sol amplias para cuando se realizan actividades al aire libre, ya que protegen los ojos y ayudan a conservar hasta un 30% de la humedad.
"Especialmente en días muy secos o ventosos, estas gafas protegen del aire y del sol, reduciendo la evaporación de la lágrima", comentó la especialista.
De acuerdo con la doctora Ballí, la hidratación adecuada y una dieta rica en Omega 3 son fundamentales para mejorar los síntomas del ojo seco.
Los Omega 3, presentes en alimentos como la linaza, las nueces y pescados como el salmón, ayudan a mantener una capa de grasa en la lágrima que evita su evaporación.
"Si la dieta no incluye suficientes fuentes de Omega 3, se puede recurrir a la suplementación para mejorar los síntomas", aclaró.
También, agregó que es importante mantener una alimentación antiinflamatoria, rica en vegetales de hoja verde y frutas, que proporcionan las vitaminas y minerales necesarios para el buen funcionamiento ocular.
Por último, la doctora Ballí también destacó la importancia de evitar factores que pueden empeorar los síntomas, como el tabaco y el alcohol.
"El humo del cigarro es muy dañino para los ojos, tanto para los fumadores activos como para los pasivos", indicó.
También, mencionó que el alcohol tiende a deshidratar el cuerpo, lo que puede empeorar los síntomas del ojo seco.
"Si se consume alcohol, es importante hacerlo con moderación y mantener una hidratación adecuada", recomendó.
"El tratamiento del ojo seco es multidisciplinario. Además del oftalmólogo, un enfoque integral del estilo de vida es clave para mejorar la calidad de vida de las personas que lo padecen", concluyó.
María Luisa Ballí
La doctora María Luisa Ballí es especialista en medicina de estilo de vida, atendiendo a sus pacientes en el Hospital Zambrano Hellion.
Tiene un diplomado por el American College of Lifestyle Medicine (ACLM) y cuenta con un Doctorado en Nutrición Clínica.
Además, es profesora en la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud del Tec de Monterrey, donde promueve un enfoque integral en la salud y el bienestar.