El virus SARS-CoV2 nos ha demostrado que existe una amplia gama de secuelas que pueden ocurrir tras haberse contagiado de COVID-19. La pérdida del gusto y del olfato, fatiga y malestar general, son algunas de los síntomas que pueden persistir desde semanas hasta meses. Pero ¿por qué pasa esto?
A medida que transcurre la pandemia aprendemos más y más sobre este virus y de cómo además de afectar los pulmones, puede llegar a afectar la salud de las personas en otros sentidos. Es por lo que constantemente se están llevando a cabo investigaciones para determinar el porcentaje de personas que sufren efectos a largo plazo, el tiempo que persisten y la razón por la que se producen.
Es importante recordar que la mayoría de las personas que se contagian de COVID-19, alrededor del 80%, se recuperan completamente en unas semanas sin necesidad de recibir tratamiento hospitalario, pero algunos, incluso los asintomáticos o con sintomatología leve, continúan presentando síntomas después de haberse recuperado de la enfermedad. A la persistencia de síntomas se le conoce como COVID largo.
Hasta la fecha, los signos y síntomas de largo plazo más frecuentes que presentan las personas al haberse recuperado de COVID-19 son:
Aunque sabemos que este virus es una enfermedad respiratoria que afecta principalmente los pulmones, también puede dañar otros órganos como el corazón y el cerebro, lo que aumenta el riesgo de presentar problemas de salud a largo plazo.
Estas son algunas de las complicaciones más graves a largo plazo que se pueden presentar y que afectan otros órganos:
Respiratorias: anomalías en la función pulmonar con daño en los alvéolos pulmonares, dificultando el adecuado intercambio de oxígeno y dióxido de carbono.
Cardiovasculares: inflamación del músculo cardíaco, lo que puede ocasionar insuficiencia cardíaca o predisponer a un mayor riesgo de infartos.
Coágulos sanguíneos y problemas de los vasos sanguíneos: el virus de COVID-19 puede aumentar la posibilidad de que las células sanguíneas se aglomeren y formen coágulos, lo cual eleva el riesgo de infartos o de eventos neurológicos cerebrales como las embolias.
Cerebrales: como accidentes cardiovasculares, convulsiones y síndrome de Guillain-Barré, que es una afección que causa parálisis temporal.
Psiquiátricas: depresión, ansiedad, cambios de humor y estrés postraumático.
Musculares: la mayoría de las personas hospitalizadas pierden aproximadamente el 20% de su masa muscular, lo que les dificulta hacer sus actividades del día a día.
Aún es muy pronto para saber cómo el virus del SARS-CoV-2 afecta a las personas con el tiempo, pero las autoridades de salud están llevando a cabo investigaciones activas y actualizarán la información en la medida que haya más datos disponibles para brindar la mejor atención clínica a las personas que sufren de secuelas ocasionadas por este virus.
Si tuviste COVID-19 y te recuperaste, es importante que lleves un seguimiento con tu médico especialista para que vigile y monitoree de cerca cómo están funcionando tus órganos después de tu recuperación. Si presentas síntomas a largo plazo graves, no dudes en consultarlo con tu médico para que tengas una atención adecuada y oportuna.
A las personas que tuvieron una estancia hospitalaria prolongada se les recomienda llevar a cabo rehabilitación pulmonar y física para que poco a poco vayan recuperando su salud y su rutina diaria.
Recuerda que la mejor manera de prevenir síntomas a largo plazo es previniendo contagiarte de COVID-19. No bajes la guardia, sigue utilizando cubrebocas, lavando tus manos y manteniendo distancia física. ¡La prevención está en ti!
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