¿Alguna vez has sentido “mariposas en el estómago”? Aunque no lo creas, este sentimiento se debe a la conexión entre tu cerebro y tu intestino.
De hecho, cuando nos encontramos bajo estrés, sentimos como que la comida nos cae pesada y es porque nuestra mente puede afectar directamente a nuestro sistema digestivo.
Por otro lado, nuestra salud digestiva también influye en la salud del cerebro; es un intercambio de información que se conoce como brain-gut axis o eje cerebro-intestino.
En este artículo, te contaremos cómo sucede esta conexión y cómo fomentar una interacción saludable entre nuestro cerebro y sistema digestivo.
El eje cerebro-intestino es el término asignado a la relación bidireccional entre ambos órganos,
comunicándose de manera física y bioquímica a través de ciertos mecanismos como el sistema nervioso, la microbiota y otras funciones intestinales.
El sistema nervioso entérico (SNE) es una de las principales ramas del sistema nervioso. Es el conjunto de cientos de millones de neuronas que coordinan el funcionamiento del sistema gastrointestinal y es tan complejo que se le conoce como nuestro “segundo cerebro”.
Gracias al SNE, nuestro estómago e intestinos pueden procesar los alimentos que ingerimos, ya
sea mediante la producción de moléculas y enzimas específicas para “deshacerlos” o mediante el movimiento de las paredes intestinales.
Estudios han demostrado que traumatismos en la cabeza y lesiones en el sistema nervioso central, pueden ocasionar cambios negativos en la absorción y actividad intestinal.
Por ejemplo, un estudio realizado en 2021 reveló que los traumatismos craneoencefálicos pueden perjudicar la velocidad de digestión de los alimentos y por lo tanto, perjudicar la eficacia de absorción de nutrientes.
La microbiota intestinal, antes conocida como flora intestinal, se refiere a todos los microorganismos que nos ayudan a romper y digerir los alimentos.
En la última década, múltiples estudios han demostrado que los microorganismos que la conforman, juegan un papel importante en la secreción de moléculas que modulan la actividad intestinal e incluso afectan nuestro estado de ánimo a través de neurotransmisores.
Las enfermedades que alteran la microbiota y la integridad de las células intestinales, como el síndrome de intestino irritable, se asocian a disfunciones en el eje cerebro-intestino, conduciendo a diarrea y malestar abdominal.
Por otro lado, otros estudios han encontrado una relación entre el desbalance de la microbiota y funciones de nuestro cerebro como el estado de ánimo.
Se observó que las personas que sufrían de “disbiosis” o una flora intestinal con pocos microorganismos, tenían una mayor incidencia de depresión, ya que se identificó poca secreción de serotonina, un neurotransmisor asociado a la felicidad. ¿A qué se debe esto?
Las especies de microorganismos que forman parte de la microbiota dependen de lo que comemos, es decir, solo sobreviven los microorganismos que alimentamos.
Cuando comemos mucha comida procesada, los microorganismos que viven en nuestra microbiota son de los tipos que no nos son muy útiles.
En cambio, las especies que se alimentan de comida de calidad, producen metabolitos que generan serotonina y otras sustancias de las cuales depende nuestro estado de ánimo.
Quizá una de las formas más intuitivas de interacción entre cerebro e intestino, es el eje
hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, el cuál básicamente se relaciona estrechamente con el estrés.
El estrés, además de alterar la secreción de moco en el intestino, perjudica la absorción de nutrientes y aumenta la actividad inflamatoria en la pared intestinal, afectando la población natural de microorganismos que habitan el intestino.
Como te habrás dado cuenta, son numerosos los beneficios de mantener una buena salud digestiva y mental, entonces, ¿qué podemos hacer para lograrlo? A continuación, te compartimos algunas recomendaciones.
Con base en lo anterior, podemos destacar algunos alimentos y actividades que seguramente te ayudarán a mantener un eje cerebro-intestino más saludable.
Ciertos grupos de alimentos son de mucha ayuda para la microbiota y el funcionamiento del eje
cerebro-intestino, como las grasas omega-3, alimentos ricos en fibra y alimentos ricos en triptófano, que es un aminoácido fundamental para la síntesis de neurotransmisores asociados a la felicidad y la actividad intestinal.
Si estás interesado en conocer más acerca de la microbiota, no te pierdas este artículo: ¿Por qué es importante la diversidad?... en la microbiota
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Dada la importancia de la conexión entre el cerebro e intestino, no es sorprendente que
actividades enfocadas en el bienestar mental, como el mindfulness, ejercicios de respiración y actividad física, sean de gran ayuda para reducir el estrés y estabilizar la actividad intestinal.
Nuestro cuerpo es un conjunto de sistemas y cada vez nos damos cuenta de la gran orquesta que se conduce dentro de nosotros.
Recuerda que cualquier desafinación o desentonación, por más sutil que parezca, puede arruinar toda la obra.
Y aunque aún nos queda mucho por descubrir sobre la interconexión de nuestro organismo, las pequeñas acciones generan grandes cambios en nuestro bienestar.
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