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¿Estoy triste o deprimido? Aprendamos a manejar nuestras emociones

¿Cómo saber si estoy triste o si los sentimientos negativos significan que en realidad estamos deprimidos? ¿Cómo saber diferenciar? Y, sobre todo, ¿cómo podemos hacer frente a estas emociones?

En la actualidad, todos estamos viviendo una etapa de mucha incertidumbre. Después de meses desde que nuestras vidas cambiaron radicalmente, pueden predominar sentimientos de tristeza, ansiedad o incertidumbre sobre el futuro.

El cambio de rutina y los nuevos hábitos a los que nos hemos tenido que adaptar durante el confinamiento por la pandemia del COVID-19, hacen que tengamos días buenos y días malos. Pero ¿cómo saber si estoy triste o si estos sentimientos negativos significan que en realidad estamos deprimidos? ¿Cómo saber diferenciar? Y, sobre todo, ¿cómo podemos hacer frente a estas emociones?

Solemos confundir los términos “tristeza” y “depresión” frecuentemente: muchas veces llegamos a decir que estamos deprimidos después de una ruptura amorosa o porque algo no salió como queríamos.

Sin embargo, mientras que la tristeza es más pasajera y específica, la depresión es algo que nos afecta la mayor parte de nuestros días volviéndonos incapaces de disfrutar hasta el más mínimo detalle.


¿Tristeza o depresión?

Cuando sentimos tristeza, podemos al mismo tiempo experimentar sensaciones de plenitud o de alegría. En sí, sentir tristeza no es algo malo, ya que es parte de las emociones que tenemos que darnos permiso de experimentar.

Aunque muchas veces nos asustamos por sentir tristeza, debemos estar conscientes que es parte de las emociones con las cuales estamos diseñados a estar en este mundo. Lo peligroso es permitir que esta tristeza, que a veces no manejamos adecuadamente, se convierta en una depresión.

Aunque algunos síntomas de la depresión incluyen el aumento o la pérdida de apetito, sentimientos de culpa, dormir más de lo usual, o, por el contrario, muy poco, hay dos criterios muy específicos que determinan si más allá de sentir tristeza, sufrimos de depresión:

  • Se pierde por completo la capacidad de disfrutar la vida o sentir placer.
  • El estado de ánimo está “aplanado”, depresivo y se está sin energía la mayor parte del día.

La depresión es como tratar de disfrutar los colores del mundo con unos lentes que nos hacen ver en blanco y negro.

Además, se debe entender como una enfermedad digna de tratamiento, de la misma forma en la que lo es la diabetes, la hipertensión o cualquier otra enfermedad.

Aunque hay que tener claros los síntomas ya mencionados, es importante saber que la depresión se manifiesta de manera diferente en un niño, en un adulto o en una persona de la tercera edad.

Detectar la depresión en nuestros hijos pequeños y adolescentes

En los niños pequeños, en vez de un estado depresivo o triste, se puede observar irritabilidad. Si bien, no es determinante de que se sufra de depresión, los problemas de conducta o agresión pueden ser una señal de que algo está mal, así como si siempre expresan que están profundamente aburridos y nada le interesa.

Aunque la adolescencia es una etapa en la que todo nos puede irritar y poner de mal humor debido a los cambios fisiológicos que se viven, hay ciertos aspectos que los papás podemos distinguir en nuestros hijos, como, por ejemplo, el hecho de que cosas que solían animarlos ya no lo hacen y se empiezan a aislar.

Tenemos que entender que hay manifestaciones de apatía que son normales. Sin embargo, si nuestros hijos normalmente son sociales y de pronto se empiezan a aislar o empezamos a notar que se lastima físicamente, que no se quiere levantar nunca de la cama o que presenta bajo rendimiento escolar, debemos considerar buscar ayuda profesional.

Además, en estos casos es importante primero hacerles saber a nuestros hijos que estamos ahí para apoyarlos por medio de una actitud amorosa y de comunicación abierta. No se debe dejar pasar comentarios como “ya no quiero vivir”, sino buscar ayuda profesional si se llega a ese punto. Más vale pedir ayuda y “exagerar” que dejar pasar algo que pudimos haber prevenido.

Cómo cuidar la salud mental de nuestros adultos mayores durante el confinamiento

Desde que comenzó el confinamiento, hemos dejado de visitar a nuestros abuelos o familiares de la tercera edad. Como esto puede provocarles sentir solos y tristes, se recomienda a familiares cercanos de estos adultos mayores estar muy presentes aún a la distancia, ya sea por mensajes de texto, videollamadas o llamadas por teléfono.

Tanto en adultos mayores como en cualquier persona que haya sufrido de alguna enfermedad o accidente en donde su autonomía se ha visto afectada perdiendo funciones como su capacidad de vestirse, manejar, comer etc. es donde se da una sensación de pérdida de control y la familia tiende a sobreproteger.

Por ello, es importante hacer sentir a los adultos mayores independientes y mantenerlos activos permitiendo que hagan las actividades que aún pueden hacer en lugar de tratar de hacer todo por ellos. Podemos hacerles sentir que son necesarios y útiles en nuestras vidas pidiéndoles consejos, por ejemplo.

Cuidemos nuestras emociones durante el confinamiento

A continuación, se comparten algunos consejos que podemos adaptar a nuestra vida diaria para tratar de controlar nuestras emociones durante esta época de aislamiento físico.

  • Tener un pequeño cuaderno a lado de la cama donde podamos escribir tres cosas que agradezcamos en el día y sustituir con esto las noticias que vemos todos los días. Cuando pasemos por momentos de crisis, ese diario nos va a servir para recordar todo lo que agradecemos a diario.
  • Tener un horario específico para tratar temas laborales y limitar el tiempo de trabajo.
  • Incluir en nuestra rutina caminatas diarias, ya sea en la calle o en un parque.
  • Por la tarde desocuparnos en la medida de lo posible de temas que nos preocupen.
  • Disfrutar con la familia o solos en un espacio de relajación.
  • Buscar temas o actividades de interés como: manualidades, cursos, música, libros, películas, entre otras.
  • Evitar películas o series con temas violentos o que generen ansiedad y cambiar esto por contenidos agradables o cómicos.
  • Buscar ayuda de familiares y no guardarnos nuestras emociones.

No dudes en buscar ayuda si crees que la necesitas. Puedes empezar por hablar con algún familiar o persona de confianza, pero tal vez sea necesario acudir con un profesional.

Aunque el tener que cambiar nuestra rutina diaria y quedarnos todo el tiempo en casa hace que caigamos en la monotonía y la desmotivación, es importante tratar de reinventarnos. Esta situación va a pasar, los problemas son temporales. Cuando esto terminé y miremos atrás, ¿qué persona querrás haber sido?

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