Actualmente existen muchos mitos sobre la lactancia materna que preocupan a las madres y evitan que amamanten a sus bebés. Cuando en realidad, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda iniciar la lactancia materna durante la primera hora de vida del bebé, continuar su práctica de manera exclusiva hasta los seis meses y complementarla con una adecuada alimentación hasta los dos años o más.
En este artículo te enlistamos los cinco mitos más comunes de la lactancia materna y cuál es su realidad, para acabar con la desinformación y que ninguna mamá tenga miedo a la hora de decidir amamantar a su bebé, ya que la lactancia mejora de manera importante la salud de los bebés.
Todas las madres producen leche, de hecho, es casi imposible que una madre no tenga la capacidad de producirla. El bebé es el que controla cuánta cantidad de leche debe producir su mamá, ya que la producción se guía al respetar la demanda del bebé, es decir, dejarlo que tome todas las veces que lo necesite y que la postura de succión sea correcta.
Otro mito relacionado a la producción de leche es la idea de que si tu madre o abuela no pudo dar pecho, tú tampoco podrás. Se cree que la baja producción de leche puede ser hereditaria. Esto es falso. Lo que determina la cantidad de leche que se produce, es la frecuencia de alimentación del bebé, y el correcto agarre y succión para el vaciado del pecho.
Si se alimenta mucho, entonces se produce más leche. No existe un factor hereditario. Ya puedes estar tranquila, si tu mamá no pudo amamantarte no significa que tú no podrás.
Por lo general todas escuchamos que las mamás que amamantan no deben tomar refresco con gas o alimentos como judías, coliflor, ajo, cebolla o picantes, porque pueden ocasionar gases al bebé o cambiar el sabor de la leche.
Primeramente, la madre no puede transmitir o provocar gases o cólicos en su bebé a través de su leche. Por otro lado, aunque si es verdad que llevar una cierta alimentación puede influir en el sabor y color de la leche que produces, el bebé se habitúa sin problemas a cualquier cambio en el sabor de tu leche.
De hecho, es posible que estos cambios lo ayuden a acostumbrarse a la amplia variedad de sabores de la comida cuando crezca. Sin embargo, las sustancias que sí se recomienda consumir de forma moderada, son aquellas que contienen café o bromocriptina, como el café, té y chocolate.
Otro mito relacionado a la alimentación de la madre es que se debe tomar mucha agua y leche para poder producir leche. Esto también es falso, pues ningún mamífero debe tomar leche para producirla. Además, no es necesario aumentar la alimentación ni el consumo de agua. Se recomienda llevar una dieta equilibrada y beber cuando se tenga sed.
La realidad es que el bebé se debe tomar del primer pecho hasta vaciarlo antes de ofrecer el segundo, aunque el bebé rechace la segunda toma. Esto se debe a que la leche al final de la toma es la más rica en grasas y aporta la mayor cantidad de calorías. La leche del final se obtiene a medida que el bebé vacía el pecho.
Si cambiamos de pecho antes de que el bebé se terminé el primero, entonces interrumpimos su correcta nutrición, porque sólo consumirá la primera leche reduciendo su consumo de calorías. Esto es una de las causas de un aumento lento del peso del bebé durante las primeras semanas de vida.
Se debe amamantar al bebé a libre demanda sin horarios establecidos y sin restricciones del tiempo de toma permitiéndole que vacíe el pecho de la madre hasta que esté satisfecho. Es natural que un bebé tenga una dependencia con su madre, porque la necesita desde el punto de vista fisiológico y psicológico.
Si bien puede parecer que la dependencia y las necesidades del bebé son muy intensas al principio, estas van disminuyendo con el tiempo. La realidad es que darle de comer al bebé cuando lo necesita, no significa que lo estamos malcriando o haciendo dependiente, es un proceso natural.
La cantidad de leche puedes producir, así como su calidad, no depende del tamaño de tus pechos ni de la forma de tus pezones. El éxito de la lactancia depende de qué tan informada está la madre, cuánto soporte de su pareja, familia y amigos tiene, su confianza en sí misma, sus buenos hábitos y de la colocación frecuente y correcta del bebé al pecho.
Todos los pechos son buenos para amamantar, ya que todas las madres son dotadas con dos glándulas mamarias, tejido graso y conectivo de soporte, y hormonas que activan la producción de leche por la succión del bebé, independientemente de las características estéticas del pecho.
Si bien algunos tipos de pezones dificultan la succión, no la imposibilitan, pues el bebé puede aprender a succionarlos correctamente poco a poco y con ayuda inclusive de profesionales que nos indiquen buenas técnicas.
Esperamos que con este artículo algunas de tus dudas se hayan esclarecido. La lactancia materna es un proceso natural y está científicamente comprobado que es muy beneficioso para la salud de los bebés.
La próxima vez que escuches alguno de estos mitos, ya sabes cuál es la verdad y puedes quedarte tranquila al respecto de tu decisión de amamantar para cuidar la salud de tu bebé. Si persisten tus dudas contacta a tu médico o acude a grupos de soporte a la lactancia materna.
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