El cuidado del pezón durante la lactancia

La lactancia materna es un gran reto para toda mujer, ya que lograr que se convierta en una experiencia agradable tanto para el bebé como la mamá depende de muchos factores.

Muchas mujeres desisten a la lactancia al tener irritación en el pezón u otro tipo de daño, por lo que su cuidado es muy importante para una lactancia exitosa.

Lograr un agarre adecuado del bebé al pezón es el primer paso. El bebé debe introducir el pezón completo y parte de la mama a su boca, lo suficiente para que la succión ocurra a nivel del paladar blando.

Para ello también es importante no dejar que el bebé esté muy hambriento para iniciar la lactancia, ya que esto previene que el bebé empiece a buscar el pezón desesperadamente y con más riesgo de lastimarlo.

Es normal que ocurra cierto ardor durante el primer mes de lactancia a los primeros segundos en los que el bebé empieza a succionar. Sin embargo, una vez que el bebé comienza una succión rítmica, la lactancia suele dejar de ser dolorosa.

De lo contrario, es necesario cambiar el agarre o incluso la posición de la mamá con el bebé. Hay ocasiones en las que una sola sesión de mal agarre es suficiente para dañar la piel del pezón.

En caso de no lograr un agarre adecuado, es mejor pedir ayuda con una asesora de lactancia y revisar con el pediatra y ginecólogo que no se trate de un problema anatómico que pueda dificultar que la lactancia se dé de manera natural. Asimismo, se debe descartar alguna infección de los ductos del pezón que requiera tratamiento oportuno.

 

Sanando entre tomas

Una buena noticia es que la piel del pezón se repara rápidamente, por lo que, en caso de presentar daño, hay estrategias que se pueden seguir para continuar una lactancia materna exitosa, aprovechando el tiempo entre tomar para recuperarse.

  1. Utiliza tu propia leche. La leche materna tiene propiedades humectantes y antibacterianas que ayudan a reparar heridas leves que pudieran haber ocurrido durante cada sesión de lactancia, por lo que se recomienda exprimir un poco el pezón al acabar la sesión y humedecer el pezón con la misma.
  2. Mantén el pecho descubierto lo más posible. Cuando los pezones se encuentran lastimados, la fricción con la ropa puede ocasionar dolor e incluso lastimar más, por lo que mantener los pezones al aire libre puede dar bastante alivio.
  3. La lanolina es un ungüento seguro de usar para humectar el pezón, incluso justo antes de la lactancia. Este se puede aplicar antes de intentar el agarre y después de cada sesión.

 

Toma un descanso

La aparición de grietas grandes que no sanan entre una sesión de lactancia y la siguiente puede ser indicio de una infección. En estos casos, lo recomendable es tomar un descanso. Mientras tanto, asegúrate de vigilar datos de infección, como enrojecimiento de la piel del pezón o de la mama y la presencia de pus.

Durante este descanso se puede extraer la leche de manera manual o con un extractor automático y dar leche al bebé con biberón o con el pezón no agrietado.

Esto suele ser un tema controversial, ya que la recomendación generalmente es no presentar al bebé ningún biberón hasta que se haya establecido la lactancia. Sin embargo, si los pezones no se recuperan con las recomendaciones anteriores, lo mejor es hacer una excepción y dar al bebé la leche con técnica de vasito con la leche extraída.

Esto dará tiempo a la piel de recuperarse, además de que permitirá iniciar algún tratamiento antibacteriano o antifúngico sin el riesgo de que el bebé consuma el medicamento.

En resumen, prevenir que los pezones se agrieten es la mejor manera de cuidarlos. Sin embargo, en caso de que aún con todos los cuidados estos se lastimen, hay estrategias que se pueden seguir para lograr su recuperación y de esta manera continuar con una lactancia exitosa.

Centro médico Hospital San José
Dermatología
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