Sabemos que existen dos tipos de diabetes: 1 y 2. Mientras que la diabetes tipo 1 ocurre por una reacción inmunitaria que impide que el cuerpo produzca insulina, en la diabetes tipo 2 la insulina no es utilizada adecuadamente.
La diabetes tipo 2 es la más común y se puede prevenir o retrasar a través de modificaciones en el estilo de vida, de hecho, se le relaciona con una mala alimentación y con poca actividad física.
A pesar de que el estilo de vida es un componente que contribuye a la aparición de la diabetes tipo 2 e incluso a la complicación de la misma, existe otro componente del que se habla poco: la predisposición genética.
Este artículo te contaremos de forma breve qué se sabe acerca de dicha predisposición genética y qué tanto influye en la aparición de la enfermedad.
Para poder entender la predisposición genética de las enfermedades, es importante mencionar que existen padecimientos que se les relaciona con un solo gen.
Se les conoce como enfermedades monogénicas y pueden ser consideradas como “raras” o “minoritarias” por que se presentan 5 casos por cada 10,000 habitantes.
A diferencia de éstas, la diabetes es considerada una enfermedad poligénica, en la cual están involucrados muchos genes y muchos de ellos siguen siendo estudiados y por lo tanto, todavía no se conoce el alcance de su efecto.
Existe evidencia acerca de que ciertos genes relacionados con la diabetes incrementan el riesgo de que se presente en las siguientes generaciones.
Por ejemplo, las personas cuyo padre o madre tienen diabetes, tienen un riesgo del 40% de desarrollarla y si ambos padres tienen diabetes, dicho riesgo se incrementa en un 70%.
Actualmente, son muchos los genes relacionados con la enfermedad y todos ellos actúan de forma distinta, y uno de los genes que se ha asociado fuertemente con el incremento en el riesgo para desarrollar diabetes tipo 2, es el factor de transcripción 7-like 2 (TCF7L2).
A pesar de que la evidencia científica ha demostrado que existe predisposición genética para presentar diabetes tipo 2, los factores ambientales, el estilo de vida y la alimentación de las personas juegan un papel muy importante.
A esto se le conoce como “epigenética” que, a grandes rasgos y sin ahondar en el tema, explica cómo el estilo de vida puede “silenciar” o “encender” la actividad de los genes.
Por lo anterior, podemos decir que la predisposición genética a las enfermedades y lo que hacemos día con día, están íntimamente conectados.
Por otro lado, tenemos la nutrigenómica que estudia el efecto de los alimentos sobre los genes y la nutrigenética, que es el estudio de cómo la genética de cada persona influye en el metabolismo de los alimentos que consumimos diariamente.
Actualmente, éstas ramas de la ciencia han permitido hacer recomendaciones nutricionales y del estilo de vida más personalizados, y que sobre todo disminuyan el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.
Por ejemplo, se pueden conocer las versiones genéticas que se relacionan con el metabolismo de los hidratos de carbono, las proteínas y las grasas, para con ello, hacer recomendaciones personalizadas y disminuir el riesgo de que se presente la enfermedad o si ya está presente, que ésta no siga progresando.
Con lo anterior, se evita que las personas estén constantemente en un proceso de “prueba y error”, haciendo diferentes planes de alimentación y diferentes tipos de ejercicio para ver cuál es el que tiene mayor impacto en su salud.
A esto se le conoce como “medicina y nutrición de precisión”.
Esta nueva rama de la ciencia ha demostrado dos cosas:
Esta información también abre las puertas hacia el futuro de la nutrición y la medicina, en donde se ven con mayor claridad las diferencias entre las personas y se demuestra que no todos responden de la misma forma a ciertos planes de alimentación, ejercicio e incluso a medicamentos.
Entérate de los beneficios y la importancia de comer diferentes frutas y verduras:
Los “test genéticos” que, en la actualidad son cada vez más comunes, permiten a las personas conocer no solo su riesgo de padecer ciertas enfermedades, sino también adaptar las recomendaciones de cambios en el estilo de vida a sus versiones genéticas.
Sin embargo, estas pruebas pueden tener un costo elevado y no ser accesibles a la mayoría de la población.
Por lo que actualmente, éstos tests no se pueden aplicar de forma general a manera de tamizaje para determinar el riesgo de enfermedades (como la diabetes tipo 2) y actualmente no son parte de los algoritmos de detección de las instituciones de salud.
En resumen, es importante destacar que tener riesgo genético para desarrollar diabetes tipo 2 no es una sentencia.
Lo más importante en personas con mayor riesgo genético, es que, por medio de una alimentación y estilo de vida saludable, éstos genes se mantengan “silenciados” para evitar que se presente la enfermedad.
También, es importante destacar que se ha demostrado que las personas que no tienen una predisposición genética para diabetes tipo 2, también pueden presentarla si no tienen una alimentación y estilo de vida saludables.
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