La Esclerosis Múltiple (EM) es una enfermedad degenerativa del sistema nervioso que consiste en la aparición de áreas de inflamación en las cuales se ve afectada la vaina de mielina (una cubierta de los nervios), junto con las fibras nerviosas, y es responsable de los brotes o recaídas.
Aunque su causa es desconocida, se cree que la EM se desarrolla en personas que tienen predisposición genética, exposición a un agente ambiental desconocido, presumiblemente de tipo viral.
¿Cómo se manifiesta la EM? No todos los casos son iguales
Los síntomas de EM varían de paciente a paciente. Éstos dependen del área afectada en el cerebro, pero algunos podrían ser:
- Cansancio y fatiga
- Dificultades para caminar
- Dolor
- Adormecimientos y hormigueos
- Debilidad y espasticidad
- Mareo y vértigo
- Pérdida de visión en un ojo, o visión doble
- Pérdida de equilibrio, coordinación
- Problemas cognitivos, falla de memoria
- Disfunciones sexuales
- Cambios emocionales y depresión
- Incontinencia urinaria, disfunción intestinal, aumento en la frecuencia de visitas al baño
Cualquier alteración relacionada con un aspecto neurológico puede formar parte de los síntomas de la EM. Y aún en la misma persona, éstos pueden variar de una temporada a otra.
Proceso diagnóstico: ¿cómo saber si se trata de EM?
Para poder diagnosticar este padecimiento, un neurólogo con experiencia debe realizar los siguientes estudios:
- Realiza entrevistas a profundidad para conocer la historia clínica del paciente.
- Observa detenidamente sus funciones neurológicas, movimientos, fuerza, coordinación, equilibrio, sensibilidad, reflejos, visión, memoria e intelecto.
- Ordena una resonancia magnética para observar las lesiones típicas de la enfermedad y poder aplicar los criterios diagnósticos.
- También puede recurrir a la punción lumbar, procedimiento que permite observar alteraciones en el fluido espinal que suelen presentarse en pacientes con EM.
- Realiza diferentes pruebas en la sangre para excluir enfermedades que pueden confundirse con esclerosis múltiple.
¿Es posible curar la EM?
Actualmente no existe una cura para la EM. Sin embargo, los pacientes pueden llevar una vida normal y controlar los síntomas con medicamentos y otras terapias.
La mayor parte de los medicamentos utilizados en estos casos (inyectables y orales) son conocidos como inmunomoduladores. Éstos permiten modificar la historia natural de la enfermedad, es decir, retrasan su desarrollo hasta llegar a inactivar la actividad inflamatoria, atenuando el impacto de esta en el paciente.
Otros medicamentos como las quimioterapias y los anticuerpos monoclonales se reservan para las formas agresivas o de alta actividad inflamatoria; algunos de éstos son inductores de una reconstitución inmunológica y logran que ciertos pacientes permanezcan en remisión sin repetir el tratamiento por períodos prolongados de tiempo.
En cuanto al uso de células madre de la sangre, éste se restringe para formas agresivas de EM que no han respondido a las demás formas de tratamiento.
Algunos pacientes de EM se ven afectados de manera mínima por la enfermedad, mientras que otros ven los efectos de la misma de manera rápida e incapacitante.
En caso de presentar los síntomas mencionados y no encontrar explicación a ellos, es conveniente acudir con un especialista en neurología para investigar qué está ocurriendo a nivel neurológico, y poder actuar de manera oportuna.
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