Los seres humanos somos tan complejos y únicos, que no podemos afirmar que todos pensamos, actuamos y sentimos del mismo modo.
Cada persona percibe y responde al mundo de diferente manera, sin embargo, estas diferencias suelen ser más acentuadas en algunos, cuyo funcionamiento cognitivo difiere de lo que consideramos como “convencional”.
Por ejemplo, pueden manifestarse en el aprendizaje, la memoria, la atención, la percepción sensorial, la interacción social y la comunicación.
A estas personas con manifestaciones “poco convencionales” se les conoce como neurodivergentes y pueden tener diagnósticos de condiciones como el Trastorno del Espectro Autista (TEA), Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), dislexia, dispraxia, entre otros.
Es por eso que, en este artículo, te ayudaremos a entender desde el punto de vista psicológico, cómo todas las mentes son únicas y esto, no significa que sea algo malo.
Alan Cervantes, especialista en psicología, señaló que la neurodivergencia no debe considerarse una enfermedad, sino que debe observarse como las formas diversas que todos tenemos de pensar y aprender.
Aclaró que, al reconocerlas, se pretende que la sociedad, espacios laborales y educativos se adapten y valoren estas diferencias, promoviendo una integración más efectiva de las personas neurodivergentes.
“Las características más destacadas de la neurodivergencia incluyen comportamientos previamente asociados a trastornos como el espectro autista, el TDAH o dificultades específicas en aprendizaje, como la lectura, escritura o habilidades matemáticas”, señaló.
Indicó que el diagnóstico suele depender de la observación y entrevistas, destacando así la complejidad y diversidad de estas condiciones.
“En el caso del espectro autista o el TDAH, se pueden identificar patrones consistentes, como hiperactividad, inatención o dificultades en la socialización y el lenguaje”.
“Sin embargo, incluso dentro de estas condiciones, existe una gran variabilidad individual, lo que hace que cada persona sea única”, comentó.
Una etiqueta designa un diagnóstico aplicado a una persona, simplificando sus características en un único término.
Este etiquetado puede conducir a percepciones estereotipadas, afectando cómo los demás perciben y tratan a los individuos.
El experto en neurociencias comentó que la neurodiversidad busca eliminar estas etiquetas para fomentar la aceptación de la diversidad cognitiva y la individualidad.
“Es importante distinguir entre rasgos individuales, que no son enfermedades, y evitar generalizaciones basadas en estereotipos promovidos por medios de comunicación como series de televisión y películas”, señaló.
Asimismo, explicó que los medios a menudo romantizan la neurodiversidad, sugiriendo erróneamente que las habilidades excepcionales son comunes entre las personas neurodivergentes, cuando en realidad, la experiencia de cada persona es única y no se puede generalizar.
“Algunas personas pueden exhibir habilidades avanzadas en ciertos aspectos, como el lenguaje, pero no en otros, como la motricidad”.
“Esta variabilidad hace que el concepto de neurodivergencia sea particularmente interesante y relevante”, comentó.
El experto enfatizó la necesidad de adoptar un método integral en el manejo de la neurodivergencia, que incluye medicación (si se requiere), junto con terapias psicológicas o conductuales.
“En casos como el TDAH, aunque los medicamentos pueden aliviar síntomas como la hiperactividad, impulsividad o inatención, no son suficientes por sí solos”.
“Es esencial complementar el tratamiento farmacológico con estrategias conductuales y psicoterapia para mejorar significativamente el comportamiento y rendimiento del individuo”, explicó.
Además, Alan Cervantes comentó que las personas neurodivergentes requieren una red de apoyo diversa que puede incluir asistencia terapéutica, psicológica y farmacológica, con el fin de integrarse de manera más efectiva en la sociedad.
Por otro lado, señaló que es fundamental que la sociedad se eduque y se adapte para ofrecer un entorno más inclusivo y armonioso.
“A pesar de que estas personas buscan apoyo y compañía, a menudo se encuentran con una sociedad no preparada para reintegrarlas”.
“El desafío más grande radica en la adaptación social hacia las personas neurodivergentes”, concluyó.
Alan Cervantes es profesor de psicología en la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud del Tec de Monterrey, región Guadalajara.