La obesidad se está convirtiendo en un serio problema de salud en todo el mundo, incluso, la Federación Mundial de la Obesidad (WOF por sus siglas en inglés), la clasifica como la otra pandemia del siglo XXI.
Por otro lado, el Atlas Mundial de la Obesidad estima que para el 2030 mil millones de personas vivirán con obesidad y esta cifra es realmente alarmante.
Aún más cercano y más impactante, es saber que México ocupa el 5to lugar dentro de los países más obesos del mundo, pero, ¿cómo podemos saber si tenemos obesidad y qué podemos hacer para no formar parte de estas estadísticas?
Por un lado, tenemos el Índice de Masa Corporal (IMC), que es el indicador que relaciona el peso y la estatura de las personas, y lo clasifica como normal, sobrepeso u obesidad.
Sin embargo, ¿es este el mejor parámetro para determinarlo? A primera instancia pudiera resultar práctico, pero la realidad es que nuestro peso varía a lo largo del día.
Nuestro nivel de hidratación y de comida no es igual todos los días, por lo tanto, el IMC no puede ser un parámetro del todo importante para determinar la obesidad y, por consiguiente, sus consecuencias en nuestra salud.
Lo que debemos saber y en lo que debemos enfocarnos, es en nuestra cantidad de grasa corporal para prevenir, detectar y tratar probables alteraciones metabólicas como consecuencia de esta grasa corporal o visceral.
La bioimpendancia es una manera de calcular el porcentaje total de grasa corporal y se realiza mediante una báscula especial.
Esta prueba se realiza en ayunas, sin haber hecho actividad física previa y con la vejiga vacía. De esta manera se logra medir toda nuestra composición corporal.
La respuesta es ambas: la obesidad es considerada como un factor de riesgo para el desarrollo de múltiples padecimientos, pero también es una enfermedad.
Como factor de riesgo, las personas con obesidad tienen un mayor riesgo a desarrollar diabetes, tener presión arterial alta, padecer ataques cardiacos, problemas óseos y articulares.
En el caso de los niños, la obesidad infantil también está asociada con muerte prematura, discapacidad en la edad adulta, problemas respiratorios, hipertensión y efectos psicológicos.
Como enfermedad, la obesidad es crónica y progresiva, cuya acumulación anormal y excesiva de grasa es peligrosa para la salud.
Ahí radica la importancia de aplicar hábitos saludables para reducir la acumulación de grasa visceral y evitar la obesidad.
La obesidad se puede prevenir, pero también se puede revertir y mucho tienen que ver los hábitos saludables, de hecho, una de las estrategias más importantes es mantenerse activo.
Realizar actividad física por lo menos tres veces por semana y huir del sedentarismo, te ayudará a reducir la acumulación de grasa visceral.
Sin embargo, antes de comenzar a realizar alguna rutina de ejercicio, es importante consultar con especialista para que nos ayude a determinar el tipo de actividad de acuerdo a nuestra condición y capacidad.
Por otro lado, llevar una dieta saludable es esencial. Evitar consumir alimentos procesados es también clave para evitar o reducir los niveles de obesidad.
Para esto aumenta tu consumo de verduras y frutas, consume con frecuencia carne blanca y no olvides tomar agua.
En conclusión, recuerda que lo más importante siempre será, independientemente del peso, el porcentaje de grasa o grasa visceral, llevar un estilo de vida con buenos hábitos enfocados a la buena alimentación y la actividad física.
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